
martes, 31 de agosto de 2010
lunes, 23 de agosto de 2010
Viviendo en el norte pero con el corazón en el Sur
Una parte de mí ya vive en Villa Rica. Una parte de mí vive en el Sur. En estos veranos he aprendido mucho, mucho de mí y un poco de los pobres, de los que nada tienen, de los que cada día tienen que luchar para vivir. Ellos tienen tanto que enseñarme...Y ya no puede ser de otra manera, quiero vivir con ellos y como ellos. Aunque de momento tenga que estar en estas latitudes mi vida está con ellos. Quiero compartir su vida y crecer junto a ellos. Quizá pueda ayudar, en algunos casos, a que sus vidas sean más dignas, más humanas. Quizá ellos puedan hacer mi vida más humana, más llena de vida.
Los primeros días en Burgos son, al menos, extraños. Vivo en una casa con muchas comodidades y las cosas más sencillas me parecen extraordinarias: abro el grifo y puedo beber el agua sin tener que hervirla, los mosquitos no me molestan ni pueden transmitirme ninguna enfermedad, las calles de mi barrio están asfaltadas y apenas hay suciedad, me puedo duchar (mucha gente en Villa Rica no tiene esa posibilidad),... Podría seguir con miles de detalles.
Lo siguiente es preguntarse qué he hecho yo para merecer esto. La respuesta es fácil: NADA. Por eso inmediatamente surge en mí el deseo de que todos en este mundo dispongan de las mismas oportunidades que yo disfruto. Y el deseo sólo se puede hacer realidad trabajando. Ya sé que nuestra aportación, como decía la Madre Teresa de Calcuta, es una gota en el océano. Pero esa gota es imprescindible. Podemos, mejor, debemos ayudar a vivir, cada uno desde sus posibilidades, desde su tiempo. Urge el compromiso por un mundo más justo. Abramos los ojos a las necesidades de los otros, por supuesto empezando por los que tenemos más cerca.
Hace unos días que regresé del Sur pero sigo allí.
jueves, 19 de agosto de 2010
Viviendo en el Sur 6
Igualdad entre los géneros
jueves, 12 de agosto de 2010
Educación primaria universal
miércoles, 11 de agosto de 2010
martes, 10 de agosto de 2010
Viviendo en el Sur 4
¿Qué tal os va? Imagino que muchos estáis de vacaciones, tomando el sol en la playa o en la montaña. Espero que estéis descansando.Yo sigo por Villa Rica en la selva central de Perú. Este pueblo, que algunos conocéis, vive estos días la resaca de las fiestas patrias. Ha desaparecido la gente que abarrotaba las calles y se respira la tranquilidad de siempre. No ha llovido desde hace días así que hay polvo para dar y tomar en las decenas de pequeños comercios de la calle principal que es casi la única que tiene el pueblo. Villa Rica es muy alargada y sólo una pequeña parte está asfaltada. Villa Rica ha mejorado los últimos años pero aún queda mucho por hacer.
Hoy quiero contaros algo de los ancianitos de este lugar que son, sin lugar a dudas, uno de los colectivos más abandonados.
Hemos visitado a Alejandro, un abuelo de unos 85 años que hemos encontrado medio moribundo. Daba pena verle. En una pequeña choza sin poderse mover, sin poderle entender, desnutrido y sucio. Vive con su hijo que parece que también está enfermo y su nuera que trabaja todo el día en un puesto callejero. "No le puedo atender"-nos dice. "Tengo que trabajar, no tengo medios." Y efectivamente no le atiende. Viven en la miseria y cuando se vive así, sobrevivir es lo primero. Le traemos su gaseosita y parece que eso le da vida. Se reincorpora como puede y la toma con gusto. Quedamos en volver para traerle algo de ropa y asearle.



sábado, 7 de agosto de 2010
Erradicar la pobreza extrema
martes, 3 de agosto de 2010
Viviendo en el Sur 3
Los días pasan rápido en un mundo que algunas veces nos resulta difícil, acostumbrados a las mil comodidades en Burgos. El colchón es delgadito y nuestra espalda está un poco maltratada, a veces el agua no sale todo lo caliente que nos gustaría y la limpieza en el pueblo, aunque este año hemos visto una brigada ecológica, deja bastante que desear. Después están los mosquitos, que se puede ir la luz durante todo un día, que no hay lavadora, que hay que hervir el agua para beberla,… Ya veis, un mundo distinto al nuestro al que me cuesta acostumbrarme.
De todas formas, todo lo anterior se ve compensado con el cariño de la gente. Gente que te habla, gente que te abre sus casas, gente que te besa cuando la encuentras y cuando la despides, gente sencilla muy agradecida, gente buena,… Gente como nosotros que tiene, por lo general y sin saber porqué, una vida bastante más cuesta arriban que la nuestra, gente que sufre un poco más de lo establecido para otras gentes.


Paulina nos despide y se pone a soñar en todo lo que quisiera para su barrio. De momento estamos a la espera de que el ayuntamiento de Burgos resuelva positivamente la subvención que hemos solicitado para la mejora de los baños y las cocinas del Cerrito San Francisco, donde viven Paulina y Feliciano.
Nosotros también vivimos con esperanza y optimismo. Otro mundo más justo es posible. En ello estamos.
domingo, 1 de agosto de 2010
Perú te enseña a vivir
Como cada año, desde hace ya un tiempo la ONG Persona Solidaridad viene a Perú con la intención de prestar su apoyo, su energía y vitalidad en una pequeña población situada en el interior del país llamada Villa Rica.
Los voluntarios que por primera vez llegábamos fuimos recibidos por una Lima gris y bulliciosa y unos Andes inabarcables que atravesamos impresionados hasta que por fin, tras más de doce horas de viaje por sus carreteras, conseguimos ver Villa Rica.
Tras unos días de trabajo, parte del equipo inició un apasionante viaje hasta Atalaya, localidad perteneciente a la cuenca amazónica. Nuestro medio de transporte para alcanzar Atalaya fue una barcaza que durante más de siete horas navegó sobre las aguas del majestuoso río Tambo. A lo largo de su curso pudimos contemplar el exuberante paisaje de la selva baja, cada vez más profunda y desbordante. Pequeñas comunidades de indígenas nativos se sucedían en sus riberas, hombres pescando en pequeñas canoas, mujeres con niños lavando la ropa…íbamos descubriendo una forma diferente de vivir.
Una de estas comunidades, Cheni, nos acogió hospitalariamente durante una noche. De allí nos llevamos como recuerdo la paz y la tranquilidad de sus gentes y la espectacularidad de una naturaleza apabullante.
Tras este inolvidable alto en el camino continuamos nuestro viaje a Atalaya, una ciudad llena de calma que se preparaba para celebrar sus fiestas patrias. En Atalaya la ONG Persona Solidaridad colabora en la construcción de uno de los albergues de la universidad de Nopoki, en los que se alojan los estudiantes procedentes de las comunidades nativas del entorno, principalmente asheninkas, ashaninkas y shipibos. Muchos de sus chicos y chicas provienen de los pueblos que surcan los ríos Tambo y Urubamba. Tras aprobar su examen de admisión y ser evaluados en su propia lengua con maestros bilingües de la zona, entran a formar parte de un proyecto académico y social que apuesta por el fomento y desarrollo de sus pueblos.
Después de pasar unos días en Atalaya, regresamos a Villa Rica para seguir dando nuestro apoyo y continuar aprendiendo.
Corsino, Dominga, Pedro, Luisa…son ancianos de más de ochenta años que viven solos y siguen trabajando en la recogida del café para poder comer un poco de yuca diariamente. Nos recibieron en sus casas, apenas cuatro tablas y un colchón en el que descansar; a pesar de todo ese era su hogar y con ellos pudimos compartir momentos llenos de afecto y calor humano.
Paulina nos dio una lección de dignidad. Una mujer trabajadora y emprendedora que se ha esforzado toda la vida para sacar adelante a sus tres hijos. Además, como presidenta de la Junta Vecinal del cerrito San Francisco de Villa Rica se preocupa por mejorar las condiciones de este pequeño y marginado barrio en el que poco a poco va llegando la luz eléctrica y el agua. Desde la ONG se realiza en estos momentos un proyecto de viviendas saludables que pretende mejorar la higiene y alimentación de este lugar.
Todos ellos y muchos más son verdaderos maestros de lucha y resistencia, de lo que supone mantener la esperanza de comenzar un nuevo día.
Uno de los mensajes que se intenta transmitir desde Persona Solidaridad es “vivir es ayudar a vivir” y Perú te enseña a vivir.
Conociendo Atalaya y Nopoki
Después de muchas horas de viaje por caminos maltrechos que llaman carreteras y navegando por el río Tambo llegamos a Atalaya. La imagen que uno recuerda de esta ciudad son un conjunto de casas de madera amontonadas unas con otras sin ningún tipo de orden que crecen junto a la orilla mezclándose con el barro y el polvo del puerto y el camino que lleva al centro de la vida urbana. Allí pasamos unos días, conociendo sus gentes y el proyecto del campus universitario de Nopoki.
En Nopoki nuestra ONG colabora en la construcción de un albergue para jóvenes de comunidades indígenas que realizan estudios universitarios para poder mejorar y fomentar el desarrollo de los pueblos nativos del entorno. Visitamos todo el conjunto universitario, sus aulas que ya empiezan a utilizarse, los talleres, los campos de cultivo, los albergues construidos y los que quedan por finalizar. La construcción de este campus es un gran sueño que gracias a la labor de muchos se está haciendo realidad.
Coincidiendo con nuestra visita, el pueblo se preparaba para la celebración de sus fiestas patrias. El 28 de julio se conmemora la independencia de la nación peruana y con tal motivo las calles se llenan de desfiles, música y un sin fin de actos en los que participa todo el pueblo. Nosotros, junto con la Casa Parroquial contribuimos como pinches en la elaboración de una rica paella y una deliciosa fideua. Ni Arguiñano hubiera podido competir con nuestros manjares.