martes, 29 de noviembre de 2011

UN POCO DE MAGIA


En la cultura de los Wahehe que son los que habitan las tierras por las que yo me muevo se llaman los mlagusi (adivinos) o también los mchawi (brujos). Nadie habla de ellos pero están presentes en cada pueblo, en cada rincón de África.


Sara, nuestra cocinera, estuvo hace unas semanas enferma. Le dolía mucho la cabeza. Un día la vimos aparecer con una herida. Antes de acudir, animada por nuestra insistencia, al pequeño dispensario de Itunundu, se pasó por el brujo local que además de sacarle unos cuantos chelines le dejó una marca en la frente.


Muchos tanzanos cuando no son capaces de adivinar las razones de sus desgracias (se les ha quemado la casa, han perdido su ganado, han visto extraños objetos), acuden al brujo que les sugerirá el tratamiento y cómo salir de esa situación. Este personaje, que ha recibido sus poderes del Supremo Ser, puede conseguir unas buenas ganancias gracias a sus vecinos. No es una “profesión” hereditaria y puede llegar a gozar de prestigio dentro de su comunidad. Para un tanzano que vive en una zona rural, un % pequeño viven en las ciudades, es la comunidad la que le proporciona la seguridad que necesita, por tanto cuando precise de un “médico” recurrirá en primer lugar a lo que tiene más cerca, a lo local.



No muy lejos de donde vivo, en la comarca de Sadani, ya han empezado las lluvias y el otro día hubo una gran tormenta. Un rayo, me cuentan, mató 20 cabras y me dice Georgina, que de tonta no tiene un pelo, que cómo se las van a comer. Yo le comento, riéndome, que así ya no las tendrán que asar. Y ella me dice que no, que las personas que las coman atraerán los rayos hacia ellas. Sin comentarios.


Iringa, la capital de la región, tiene 250000 habitantes y tres universidades, pero nos dice Sandra, que estudia periodismo en la Tumaini, que muchos de sus compañeros creen que la riqueza que poseen los árabes y los indios procede de la magia negra.


Os cuento lo último que ha ocurrido en esta ciudad para que os hagáis una idea de cómo se viven por aquí todas estas cosas. Hay en Iringa una mujer casada con un árabe. Parece que les han ido bien los negocios porque se comenta que son los segundos más ricos del entorno. Tienen una buena casa, dos coches,… Pero la gente ha empezado a preguntarse, debido a las envidias, porque ella es rica y el resto no. Y llegan a la sorprendente conclusión de que es una bruja y que utiliza muertos, fantasmas (mzukule) para realizar de noche las labores de cultivo de su finca,… Y que, por supuesto, esto no la conlleva ningún gasto porque no tiene que alimentarlos. Los vecinos aseguran haber visto más de cien espíritus en los alrededores de la casa. Ésta es la razón de su prosperidad.


No se para esto aquí. Hace dos semanas los lugareños solicitaron a la policía y a varios periodistas que verificaran los hechos. No faltaba más. Allí les tenemos a unos y a otros personados en “el lugar del crimen”. Por supuesto no encontraron nada pero la respuesta de la marabunta ante la inexistencia de los esforzados espíritus no se hizo esperar: ¡La policía es corrupta! ¡Queremos entrar nosotros! Exaltados, quisieron quemar la casa con la benemérita en su interior. El altercado terminó con una batalla campal entre policías y vecinos, muchos heridos, dos coches de la poli destrozados y ninguna solución. ¿Qué os parece?


Nos dice el Padre Crema, un misionero de la Consolata, que lleva más de 60 años en Tanzania y que de esta cultura entiende un rato: “La creencia en la magia, en todas sus formas, sigue incrementándose. Para muchos tanzanos, incluso los modernos, cada fenómeno extraño y fuera de lo ordinario encuentra su explicación y su solución aquí. La convicción en la existencia de magia destructiva crea un mundo de miedo e inseguridad alrededor de la vida diaria de los Wahehe y bloquea su desarrollo. La magia destructiva aparentemente parece estar en ligero retroceso sin embargo está muy viva y golpea sin misericordia.”


Ya veis que para cooperar, para ayudar en el desarrollo de África, primero hay que conocerla muy bien para después poder superar algunos escollos invisibles a primera vista.

martes, 22 de noviembre de 2011



LUZ, AGUA Y… MOSQUITERAS

Un día de estos te levantas a miles de kilómetros de la que hasta hace unos meses fue tu casa y te descubres dentro de una mosquitera, no por moda o esnobismo como hacen algunos adolescentes en Europa, aquí es imprescindible. Y no solo porque no quieras degollarte la piel al rascarte las picaduras de la noche anterior, que también, sino sobre todo porque en África hay malaria y como dicen algunos carteles por ahí “te puede matar”.


No quiero ponerme muy dramático pero, según dicen los informes, cada 45 segundos muere un niño de malaria en África y más del 85% de las muertes que produce esta enfermedad son en este continente. Protegerse de las picaduras de los mosquitos es la primera medida de prevención pero también se necesita educación. No sería la primera vez que la mosquitera es utilizada para pescar o como la red de una portería de fútbol.



Tras salir de la mosquitera todos los días me voy directo a la ducha. En Itunundu, donde vivo habitualmente, nadie tiene una ducha porque nadie tiene agua en casa. Nosotros tenemos un depósito al que llega agua, no siempre, y entonces te puedes duchar. Y te sientes un privilegiado porque algo tan normal para nosotros en España como es abrir un grifo y conseguir agua, aquí es una labor penosa. Y son las mujeres y los niños las que dedican horas a esto de ir y coger y llevar agua a sus casas. Por supuesto el té que me tomo está preparado con agua bien hervida. En África subsahariana sólo el 60% de la población tiene acceso a fuentes de agua potable. Anualmente unos 2 millones de niños menores de 5 años mueren por una enfermedad relacionada con la contaminación del agua, la mayoría en África.


Esto del agua es algo que en España no pensamos mucho, bueno realmente nada. El otro día leía en un informe de Manos Unidas que se estima que la muerte de los recién nacidos en África se reduciría a la mitad si quienes atendiesen los partos se lavasen las manos. ¡Madre mía, madre mía!
En el pueblo donde ahora me encuentro murió hace un año la enfermera. No se sabe de qué. Quizá de una infección intestinal. Todavía la estoy viendo aquel día de julio de 2009, cuando grabábamos los documentales “Una mirada nueva sobre África”, y nos recibió en su casa, abarrotada de niños huérfanos acogidos por ella y su marido, con una amabilidad y una sencillez extraordinarias. Detrás de muchas de estas muertes está el agua no potable



Y qué deciros de la luz. Vuelvo a sentirme afortunado porque alguien inventó la energía solar y eso me permite cargar el móvil y enchufar el ordenador desde el que escribo estas líneas. Puedo tener agua caliente para lavar la ropa y luz cuando a las 7 de la tarde es noche cerrada.

A esa hora se encienden en el pueblo las hogueras y las lámparas de queroseno. Es el momento de compartir, de contar historias, de escuchar a los mayores, de dar gracias por otro día y de tener esperanza en un mundo más justo, con luz, agua y… mosquiteras para todos.

sábado, 12 de noviembre de 2011



NYERERE

Hoy tenía pensado traer hasta este espacio cibernético otro tema pero, esta semana, se me ha cruzado en el camino la figura de Julius Nyerere, el padre de la patria tanzana y quería compartir con vosotros algunas de sus ideas que me han llamado poderosamente la atención.


Nyerere fue el artífice de la independencia de Tanganica, de la que se cumplen 50 años en el 2011. Además tomó parte muy activa en las negociaciones con Zanzíbar para la unificación de las dos naciones en la República de Tanzania. Desde entonces, y ya como presidente, trató de llevar a cabo su idea de socialismo africano o Ujamaa. Esta palabra como él dice denota el tipo de vida que viven un hombre y su familia; la madre, el padre, los hijos y sus parientes cercanos. La palabra literalmente significa espíritu familiar. Él dice que estamos llamados a crecer juntos como hermanos.



Nyerere fue un hombre profundamente católico. Muy respetado por su austeridad y honradez decía a menudo que ningún hombre es infalible. Su política económica no dio los resultados esperados y años después de dejar voluntariamente la presidencia de Tanzania, en una reunión en Europa, un miembro del Banco Mundial le preguntó por las razones y le contestó así:




El imperio Británico nos dejo un país con un 85% de analfabetos, dos ingenieros y doce médicos. Cuando dejé el gobierno, teníamos un 9% de analfabetos y miles de ingenieros y de médicos. Yo dejé el gobierno hace trece años. Entonces, nuestro ingreso per cápita era el doble que ahora; y ahora tenemos un tercio menos de niños en las escuelas y la salud pública y los servicios sociales están en la ruina. En los trece años, Tanzania ha hecho todo lo que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional exigieron que hiciera. ¿Por qué han fracasado ustedes?




Tras dejar la presidencia siguió comprometido en la política pronunciando polémicos discursos donde criticaba a los países enriquecidos por querer crear un marco legal que perpetuaba la explotación y la dependencia de los países del sur.




La pobreza no es el verdadero problema del mundo moderno. Hoy tenemos el conocimiento y los recursos que podrían permitir acabar con la pobreza. El verdadero problema; lo que provoca la miseria, las guerras y el odio entre los hombres, es la división de la humanidad en ricos y pobres. Hay unas pocas naciones ricas que dominan económicamente; y por lo tanto también políticamente, el mundo entero. Y el destino de la gran mayoría de naciones parece ser el estar dominados.



Pero la gravedad de esta situación no es simplemente que mientras la gran mayoría pasa hambre y no tiene ni ropa, ni hogar, en los países ricos la gente tiene más alimentos de los que pueden llegar a comer, más ropa de la que pueden usar o más viviendas de las que necesitan para vivir. Lo verdaderamente importante no es que unos tienen los recursos para ofrecer comodidad a todos sus ciudadanos, y los otros no llegan ni a los servicios básicos. Lo profundamente grave de esta situación es que las naciones ricas tienen poder sobre las vidas de aquellos que son pobres. Así que las naciones ricas se hacen más ricas y más poderosas, mientras que los pobres se empobrecen cada vez más y son menos capaces de controlar su propio futuro.

Cuando todavía era presidente, una delegación de políticos escandinavos llegó a Tanzania con la intención de donar una importante suma de dinero. Nyerere, cordial como siempre, les dio esta bienvenida:

Excelencias, no lo tomen como un desaire, pero ¿por qué no emplean ese dinero en formar a sus jóvenes sobre la auténtica realidad de África y lo que las potencias coloniales hicieron con nuestros pueblos y nuestras riquezas? Por favor, señores, no nos echen una mano, nos basta con que nos quiten el pie de encima.

Ya veis cómo se las gastaba. Luchó por hacer de Tanzania un país verdaderamente independiente, libre de las nuevas formas de colonialismo económico. Es innegable su lucha por la igualdad de todos los hombres y su contribución a la dignidad de los africanos. Ojalá todo el mundo, y los tanzanos en particular, sigamos aprendiendo de este hombre sencillo que quiso crear una cultura mundial de solidaridad.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Tanzania por dentro


Si alguno de vosotros quisierais venir a Tanzania y desearais conocer el país tal como es, sin buses para turistas, sin lodges de ensueño, sin la playa privada del Sol Meliá, sin animales a la carta, os animaría a que entrarais en el mundo en el que yo estoy teniendo la suerte de vivir este fin de semana.

Me encuentro en Utosi, en la comarca de Sadani. Un pueblecito en un camino rojo de África, a unos 50 km. de la carretera principal. Por aquí vive la tribu de los wahehe, gente hospitalaria y pobre, muy pobre.

Me acoge el Padre Daniel, misionero de la Consolata, incansable por estas tierras desde hace más de 30 años. Él fue mi experto guía cuando vine por primera vez hace 4 años. Ahora nos volvemos a encontrar.

Hoy, hemos vuelto a caminar por entre las casas visitando a los enfermos de la zona, como él hace todos los sábados. A las 8 ya estaba golpeando mi puerta dispuesto a salir. Con la ayuda de Nazarena hemos ido recorriendo los recovecos del pueblo, entre casas de adobe y campitos de maíz ya cosechado. Con Daniel te detienes en cada rincón saludando (Kamwene!) a la mujer que hace pombe (la cerveza local) y a la que barre su pequeño patio, al hombre que mejora su casa con ladrillos y a los que esperan en el molino de maíz de la misión. Para todos tiene unas palabras.

Entrar en las casas y pasar unos minutos con estas gentes es como un curso acelerado de lo que es la pobreza, que acampa por aquí a sus anchas. También de la fortaleza que tienen estos tanzanos para afrontar los múltiples sufrimientos que la vida les va trayendo. Y también de lo que es la hospitalidad, la acogida e incluso la alegría.

Primero visitamos a Delfina que está muy malita. Ya no puede salir. La encontramos en la cama en una habitación oscura, sin apenas nada. Su hija Pía nos cuenta como su hermano que venía mucho a visitarla desde Dar es Salaam murió atropellado por una moto hace unos meses. El que la conducía se dio a la fuga. Algo muy típico, me dice Daniel.

Después nos espera Inmacolata, que muestra una sonrisa franca en su cara arrugadísima cuando le “agasajamos” con un caramelo. Y más tarde Ibrahimu, un hombre centenario que ya no ve y que espera a Daniel con los brazos abiertos. Pasamos un rato con él, Daniel le escucha, le hace reír, se despide con una bendición. Se crea un ambiente difícil de explicar. Pareciera que la enfermedad, la muerte cercana, no tiene la última palabra. Son unos momentos de esperanza. Nuestra visita es un “estoy contigo”. Es un “aunque todos se olviden de ti, para mí eres importante”.

Se suceden unas cuantas visitas más. Hace dos horas que empezamos y por fin llegamos a la casa de Damiana y de Aloisia. Daniel bromea con ellas, les pregunta, se interesa por su vida. Les hago una foto antes de irnos. Se han unido un montón de niños a los que hoy la fortuna les ha sonreído con una vuelta en el coche de misión. Se la enseño. Se ríen abiertamente.

Estos días, después de una mañana reluciente, por la tarde el cielo se torna negro y llueve a mares. Para estas sencillas gentes el día habrá tenido algo especial. Alguien les habrá querido porque sí y les habrá dado ese aliento que sirve para seguir caminando a pesar de las dificultades.

martes, 1 de noviembre de 2011

LOS CAMINOS DE ÁFRICA

Los caminos de África son rojos. Rojos como el sol que los calienta. De polvo rojo. Y se vuelven de barro, resbaladizos, cuando llueve 5 días seguidos como hace unas semanas en las montañas de Kilolo.

Los caminos de África son calurosos. Aprieta el sol desde el amanecer. El sol, en lo más alto, esconde la sombra bajo tus pies. Jioto sana! ¡Mucho calor! Y uno busca desesperadamente un árbol que le de sombra pero en Pawaga hay pocos árboles y los que hay todavía no tienen hojas.

Los caminos de África son muy entretenidos. Y uno puede jugar y apostar cuál será el primer animal en aparecer. ¿Un antílope? ¿Un mono? O quizá si estamos atravesando Mikumi, ¿un elefante? ¿Una jirafa? ¿Un búfalo?

Los caminos de África están llenos de bicicletas cargadas hasta arriba, y de dala-dalas donde se apiña la gente que puede viajar, y también de algún autobús destartalado que algún día acabará en la cuneta para siempre. Porque los caminos aquí en África están llenos de vehículos averiados y, en vez de triángulos, unas ramas te avisan, una y otra vez, que aquello dijo basta.

Los caminos de África, sobre todo, están llenos de mujeres y de niños acarreando leña y agua, al amanecer y cuando el sol está ya de caída. Y al lado de los caminos muchos hombres están viendo pasar la vida o jugando una partida de damas.

Los caminos de África están llenos de niños jugando con cualquier cosa, con casi nada. Llenos de polvo, sucios, con mocos en la cara, gritan a tu paso, te levantan la mano y tú les miras y les quieres dar un abrazo y decirles que el mundo es injusto con ellos y que merecen otra vida, llena de juguetes y de alegrías y de cuidados, como todos los niños del mundo.

Los caminos de África están llenos de gente vendiendo cebollas y tomates, mangos y naranjas, cestas y esteras. Bien apiladas, bien bonitas. Y si te paras rodean el coche en un santiamén y te venden lo que sea y si algo no tienen lo buscan.

Los caminos de África están al lado de baobabs y de casas de adobe donde vive gente que quiere una casa de ladrillo y sobre todo una vida mejor.

Los caminos de África están por todas partes y me saben a polvo porque hace mucho que no ha llovido y me saben a atardeceres de ensueño y a personas que sueñan con un mundo más justo donde todos tengan la misma dignidad.