martes, 1 de noviembre de 2011

LOS CAMINOS DE ÁFRICA

Los caminos de África son rojos. Rojos como el sol que los calienta. De polvo rojo. Y se vuelven de barro, resbaladizos, cuando llueve 5 días seguidos como hace unas semanas en las montañas de Kilolo.

Los caminos de África son calurosos. Aprieta el sol desde el amanecer. El sol, en lo más alto, esconde la sombra bajo tus pies. Jioto sana! ¡Mucho calor! Y uno busca desesperadamente un árbol que le de sombra pero en Pawaga hay pocos árboles y los que hay todavía no tienen hojas.

Los caminos de África son muy entretenidos. Y uno puede jugar y apostar cuál será el primer animal en aparecer. ¿Un antílope? ¿Un mono? O quizá si estamos atravesando Mikumi, ¿un elefante? ¿Una jirafa? ¿Un búfalo?

Los caminos de África están llenos de bicicletas cargadas hasta arriba, y de dala-dalas donde se apiña la gente que puede viajar, y también de algún autobús destartalado que algún día acabará en la cuneta para siempre. Porque los caminos aquí en África están llenos de vehículos averiados y, en vez de triángulos, unas ramas te avisan, una y otra vez, que aquello dijo basta.

Los caminos de África, sobre todo, están llenos de mujeres y de niños acarreando leña y agua, al amanecer y cuando el sol está ya de caída. Y al lado de los caminos muchos hombres están viendo pasar la vida o jugando una partida de damas.

Los caminos de África están llenos de niños jugando con cualquier cosa, con casi nada. Llenos de polvo, sucios, con mocos en la cara, gritan a tu paso, te levantan la mano y tú les miras y les quieres dar un abrazo y decirles que el mundo es injusto con ellos y que merecen otra vida, llena de juguetes y de alegrías y de cuidados, como todos los niños del mundo.

Los caminos de África están llenos de gente vendiendo cebollas y tomates, mangos y naranjas, cestas y esteras. Bien apiladas, bien bonitas. Y si te paras rodean el coche en un santiamén y te venden lo que sea y si algo no tienen lo buscan.

Los caminos de África están al lado de baobabs y de casas de adobe donde vive gente que quiere una casa de ladrillo y sobre todo una vida mejor.

Los caminos de África están por todas partes y me saben a polvo porque hace mucho que no ha llovido y me saben a atardeceres de ensueño y a personas que sueñan con un mundo más justo donde todos tengan la misma dignidad.

2 comentarios:

Sara dijo...

realmente precioso lo que has escrito.
quizá aquí haya pocos caminos y demasiadas carreteras.
Ultreia!

Anónimo dijo...

ya sabes, juanje, pole-pole por los caminos de Tanzania.
ya nos contarás a la vuelta.
un besico, Teresa