Os paso el artículo sobre los documentales en Tanzania que salió en el diario de Burgos el sábado pasado.
Espero que os guste y os anime a empezar septiembre siendo un poco más solidarios.
Imágenes del sur. Imágenes para cambiar la vida.
Hace unos días que he vuelto de Tanzania. Un mes por el sur, conociendo la realidad de uno de los países más pobres de la tierra. Soy voluntario de la ongd Persona Solidaridad y junto a la Fundación Agrónomos sin Fronteras (ASF) y Popular TV Burgos hemos tratado de plasmar en imágenes la vida de aquellas gentes. En unos meses saldrán a la luz tres documentales que sirvan para sensibilizar a la población burgalesa.
Soy profesor y muchos de mis alumnos no atinarían a situar Tanzania en un atlas mundial. El sur es difícil de localizar. No interesa. Hablar del sur es hablar de pobreza, de desastres naturales, de barrios llenos de miseria, de corrupción,…El sur es tabú.
Cuando empezamos este proyecto nos propusimos incidir más en las luces, ¡y tiene tantas! ¿Qué podemos aprender del sur?-nos planteábamos. ¿Tiene un país tan alejado de nosotros, tienen sus gentes, algo que aportarnos? ¿Qué pueden decirnos? ¿Puede el sur ser fuente de felicidad para el norte?
Quince días de grabación. Muchas ilusiones y mucho esfuerzo. Tres documentales. El primero dedicado a la agricultura. Tanzania subsiste apoyada en una agricultura muy precaria. La fundación ASF lleva 5 años tratando de mejorar su capacidad productiva. Empezar por lo básico: técnicas agrarias que multipliquen los alimentos y una escuela de capacitación para formar a los agricultores, que son la mayoría. ¡Qué alegría el ver a unos cuantos españoles dando su vida, en condiciones a veces muy difíciles, para que el mundo sea un poco más justo, para que la riqueza alcance a todos. El segundo tendrá a la mujer como protagonista. En África la que tira del carro es ella. Cargar agua, leña, atender a la familia, trabajar en el campo,… Nos han contado sus dificultades, también lo que van progresando en una sociedad muy machista. Y el tercero dedicado a los jóvenes que son el futuro y la esperanza. Lo tienen difícil. Estudiar no está al alcance de todos. Pasan mucho tiempo ociosos en un país donde no hay en qué trabajar. Siempre está la opción de la gran ciudad pero la mayoría de las veces los sueños acaban rotos en un miserable sueldo, que puede no alcanzar los 6 euros al mes, en una vida de explotación o en un embarazo a temprana edad.
Después de los días pasados en Tanzania estamos seguros que podemos aprender mucho de la vida de sus gentes. Me acuerdo ahora de Bibiana que nos contaba emocionada retazos de su vida. ¡Qué difícil! Su marido la quiso matar. ¡Cuántas veces la habrá pegado! Su hija con apenas 30 años ha vivido la pérdida de un hijo. Su madre, una ancianita, vive en una choza de barro, sola. Bibiana es su único apoyo. ¡Cómo aguantan el dolor! La vida les ha tratado mal pero la miran con esfuerzo y alegría. De esto también podemos aprender los occidentales. En Tanzania se celebra continuamente la vida. Cualquier reunión termina en baile y canto.
Me viene a la cabeza la imagen de una mujer, muy bella, con una hija cuya sonrisa me cautivó. Terminada la reunión quincenal con el misionero siempre se recogen unas monedas que se entregan a la persona más necesitada en ese momento, aunque no sea católica. Aquel día fueron a parar a esa mujer de belleza triste. Estaba enferma. Se la veía débil y eso casi siempre quiere decir lo mismo: SIDA.
Mis últimos recuerdos son para el “médico” de la aldea de Ihanzutwa y su mujer. Pasamos con ellos un rato muy agradable. Comimos ugali, la comida nacional. Un puré de maíz que aparece en la comida y en la cena de todos los días del año. A veces, junto a un poco de verdura, es el único plato. Tienen una familia con 29 miembros. 7 hijos propios y todos los demás han sido adoptados después de quedarse huérfanos. La mayoría son parientes pero también hay alguno del pueblo sin parentesco con ellos. Parece ser que esto es frecuente pero creo que ellos se llevan la palma. Si nadie les acoge -nos comentan-, muchos niños acaban en la calle abandonados a su suerte. Ya os podéis imaginar en qué condiciones. Él nos estuvo comentando la situación tan precaria de la sanidad. Prevalece el SIDA. Los medicamentos se quedan por el camino. Muchos se hacen la prueba cuando es demasiado tarde. Parece que el preservativo no ha frenado la enfermedad. Hay poca fidelidad y mucho alcohol.
Han sido días intensos. Vivir en el "sur", si uno está abierto y se deja interpelar por aquellas realidades, deja huella. El contacto con los pobres siempre me desinstala y me ubica en un mundo donde lo material tiene mucha menos importancia. La vida se vive más. Hay tiempo para vivir. Cuando viajo por África o por Sudamérica, de poblado en poblado, acompañado por algún misionero o cooperante, me parece que me he despojado de mis cosas –de mis seguridades-, para entrar en otra dimensión: me siento pequeño, a merced de una mirada y de un gesto de personas cuyos nombres ignoro, sintiendo el dolor ajeno como propio me parece que soy más humano, el otro me hace más persona. A través del pobre, del débil, del marginado encuentro respuestas que están conformando mi vida. Intento convencerme cada día de que soy ellos o ni siquiera soy.
Ahora sólo queda utilizar estas imágenes para el trabajo en Burgos. En colegios, asociaciones, CEAS, en la universidad, en cualquier lugar donde quieran escuchar y aprender del sur. Hacernos más sensibles a la realidad de los que por nacer más abajo que nosotros tienen la vida cuesta arriba. Y por supuesto hacernos conscientes de que nuestra riqueza es, la mayor parte de las veces, a costa de su pobreza.
Ahora me encuentro en Perú. Las cosas no son muy distintas. Seguimos trabajando por un mundo más habitable. Como decimos en la ong: “vivir es ayudar a vivir”. Lo seguimos intentando.
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